Primero que nada darle gracias a dios por permitir escribir estas líneas y compartir con ustedes esta bonita experiencia laboral y profesional que me ha tocado vivir. La mañana del 24 de septiembre del 2012 me llama el señor José Luis Briceño Monterola para que le vaya a revisar una potrica en el pueblo de paso real de Macaira que se le había cortado con un alambre cuando intentó brincarlo; nunca me dijo la magnitud de la misma pero cuando llegué me impresioné al ver semejante lesión que llegaba hasta la estructura ósea (metatarso) con disección del tendón que en realidad era lo que más me preocupaba porque cuando hice caminar la potra ese miembro lo arrastraba y lo dejaba atrás con respecto al sano. Pensé en aplicarle un tratamiento a base de sulfato de cobre que en situaciones anteriores me había funcionado en otras heridas (claro no de esta magnitud) e inyectarle antibióticos, pero a su vez también me pregunté a mi mismo cuantos días la tendría que inyectar porque esto no sanaría en dos días, todo esto lo pensé y lo hice mientras iba en la vía de paso real – Altagracia de Orituco donde no había cobertura. Apenas agarró señal el teléfono llamé al Doctor Carlos Federico Rodríguez Garantón quien es mi amigo y mi hermano al cual tengo muchísimo que agradecerle realmente por cierto (también soy su alumno y me siento orgulloso de serlo),y le digo "Carlos Federico te voy a mandar una foto de una potra que vi hoy y tu me dices" inmediatamente al ver la foto me preguntó "ta quebrá" le dije "no" porque de hecho no lo estaba y me respondió luego "lúcete" afeita bien todo el área alrededor de la herida y lava bien todo eso, luego vas y compras modes yodopovidona, vendas y azúcar, y olvídate de todo lo demás que así se va a curar y hazme caso. De todo lo que me dijo lo único que había hecho era afeitar y mandarla a traer para el pueblo para atenderla debidamente lavé muy bien con jabón azul, agarré un vasito coloqué la yodopovidona y comencé a colocarle azúcar hasta hacer una miel la cual la colocaba en 3 y hasta 4 modes para ese momento y recubría toda la extensión de la herida para luego vendar con una venda elástica para darle soporte a los modes y a su vez evitar que la herida se contaminara. La curábamos cada dos días y digo curábamos porque mi sobrino Manuel Alejandro Medina (que es el hijo varón que no tenía) es quien ha estado más frecuentemente con la potra luego de que le relizamos la primera cura.
Mi siguiente visita la realicé el día 6 de octubre del 2012 para ver que tanto había evolucionado la potra porque Manuel Alejandro llegaba muy contento todos los días y yo quería comprobar que realmente había avanzado tanto como el me decía. Lo que si confieso hoy en día es que Manuel con su emoción y todo lo que me dijo se quedó corto, porque la imagen vale más que mil palabras. Nunca cambiamos nuestra manera de curar ni la fórmula y siempre realizamos las curas con el mismo orden y con la misma frecuencia lo cual creo que ha sido la base del éxito en este caso tan interesante y con el cual nos hemos compenetrado tanto. Sin embargo por parte del propietario (Monterola) surgía la interrogante del tendón que si había necesidad de operarlo más adelante para corregir la marcha de la potra en un futuro, lo cual le trasmití a Carlos Federico quien me dijo "deja que cicatrice por completo y si luego hace falta le colocamos una venda- yeso con la finalidad de inmovilizar la pata completa y el tendón llegue a sitio y por ende se una". Pero con el paso de los días la capacidad de regeneración de la potra ha sido tan impresionante que a medida que se iba recubriendo el hueso con el nuevo tejido la potra fue normalizando su manera de caminar tanto la desafiamos a correr y ella como si nada para adelante sin claudicar y sin rastros de dolor alguno. De verdad estamos muy conformes con la recuperación de esta potra que hoy llamamos "catalina" por su color castaño tan peculiar y su indudable nobleza, y aclarar a su vez que no fuimos nosotros quien la curamos, es dios que nos llenó de sabiduría para poner todas nuestras ideas en orden y colmarnos de paciencia para sacar adelante este caso. Nuevamente gracias Dios, gracias Carlos Federico y gracias Manuel Alejandro. Atentamente me despido.
Luis Jesús Lapenta Carrizales.
Médico Veterinario UCV – FCV.
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