Imagen 1. Toma de muestra hisopado nasal. Fuente: Fran Jurga.
LEONARDO RIVERO TEC. MED. CS. AGRICOLAS ESTUDIANTE FCV UNEFMCONTACTO: Leobns91@gmail.com +58 0424 650 16 63
La Rinoneumonitis Equina (RE) o aborto viral equino es una de las enfermedades de origen vírico más graves que pueden contraer nuestros caballos, sin menospreciar edad y categoría. Siendo de distribución mundial, esta enfermedad está categorizada en la lista B de la Organización Mundial de Salud Animal por sus siglas en inglés OIE. En dicha lista están aquellas enfermedades transmisibles consideradas importantes desde el punto de vista socioeconómico y/o sanitario a nivel nacional; cuyas repercusiones en el comercio internacional de animales y productos de origen animal son considerables.
Diagnosticada por primera vez en USA en el año 1932 a partir de aislamientos de material de fetos abortados, recibiendo así su nombre de “Aborto Viral Equino”; no fue sino hasta el año 50 del mismo siglo que se atribuyó su síndrome respiratorio al ser aislado el virus de secreciones respiratorias de caballos enfermos. Sin embargo para el año 1921 ya se tenían estudios preliminares como causa de aborto en yeguas. Según registros de la OIE para el año 1993 es diagnosticada por primera vez en Venezuela en casos de abortos en ciertos haras del país.
Imagen 2. Yegua y su cría. Fuente: Thinkstock
La RE es causada por los Herpesvirus equino tipo 1 (EHV-1) y tipo 4 (EHV-4) pertenecientes a la familia Herpesviridae, ambos virus son aislados en poblaciones equinas de todo el mundo al ser su huésped natural el caballo. Estos virus están protegidos por una fina envoltura lipídica con glicoproteínas que les atribuye limitaciones para sobrevivir en el ambiente confiriéndole cierta susceptibilidad a desinfectantes de uso común. Muchos estudios documentan gran cantidad de équidos seropositivos a EHV-4 y en menor medida a EHV-1, debido a que en los ejemplares adultos ocurre un fenómeno de seroconversión del tipo 1 al 4; han sido aislados de muchas especies de équidos como asnos, cebras y mulas aunque se conoce que los burros poseen mayor resistencia a infecciones por EHV-1. En países estacionales se ha descrito que la mayor cantidad de brotes se da en las estaciones de invierno y otoño, a diferencia de nuestro país que puede ser encontrada en todo el año, siendo mayor su presencia en los meses de la temporada de lluvias (Mayo a Noviembre).
Se ha descrito que mientras el EHV-1 produce problemas respiratorios, abortos, mortalidad perinatal y mieloencefalopatía el EHV-4 se asocia con patologías únicamente respiratorias. Los virus se desenvuelven en un ciclo el cual se desarrolla dentro del caballo, dándose en este una persistencia viral postinfección durante toda la vida del animal denominado estado de latencia en la cual el virus después de una infección no es reconocido ni destruido por el sistema inmune permaneciendo en el organismo. El reservorio principal para EHV-1 y EHV-4 y mundialmente distribuido son aquellos caballos infectados en estado de latencia, los cuales son portadores y diseminadores de la enfermedad llegando a infectar la totalidad de la población de un criadero. En este estado de latencia los animales se encuentran clínicamente sanos, posterior a una situación de estrés (transporte, competición, hacinamiento, caquexia, cambios extremos de temperatura, preñez, entrada de animales a grupos sociales ya establecidos, etc.) el virus puede reactivarse ocurriendo la infección de sus congéneres.
Imagen 3. Ciclo de transmisión del EHV. Fuente: G.P Allen, 2002.
Las zonas típicas de latencia del virus son los ganglios linfáticos del tracto respiratorio y trigémino; esta característica ha sido demostrada en el 40-60% de los caballos previamente infectados representando un papel fundamental en la prevalencia de la RE así como en su transmisión. La presentación del virus en potros menores de 3 meses nacidos de yeguas vacunadas es poco común debido a la inmunización pasiva por el consumo de calostro. La prevalencia de EHV-4 es realmente significativa en potros de 1 a 2 años de edad (yearlings); en potros de 2 a 3 años confinados en centros de entrenamiento existen brotes agudos asociados a EHV-4.
La entrada del virus al organismo es a través de las vías respiratorias, por contacto directo o indirecto con las secreciones nasales y conjuntivales; en las cuadras donde se presentan casos de abortos o potros enfermos las yeguas se contagian a partir de placentas, membranas fetales y secreciones o excreciones de los neonatos infectados. El EHV-1 puede diseminarse por el tracto respiratorio y debido a su capacidad de invasión de células del endotelio vascular puede transportarse a otros órganos; el EHV-4 está presente solo en las vías respiratorias altas y su replicación ocurre solo en el tejido linfoide de la zona. El EHV-1 tiene la capacidad de propagarse incluso sin la presencia de afecciones respiratorias; así tras la infección pueden encontrarse abortos, muerte neonatal, mieloencefalopatía, vasculopatía pulmonar o alteraciones oculares.
La RE se presenta en criaderos con una tasa de morbilidad clínica baja y una alta prevalencia de infección subclínica; la transmisión de EHV-1 y EHV-4 en poblaciones susceptibles es muy eficiente, llegando a tener un 100% de morbilidad en afecciones respiratorias.
Los signos clínicos aparecen después de un período de incubación de 2 a 10 días en caso de la fase respiratoria, los animales presentan hipertermia de 39-42 ºC durante la primera semana, neutropenia, linfopenia, congestión y rinorrea serosa, es común encontrar conjuntivitis con secreción ocular, faringitis, tos, anorexia, letargia, linfadenopatía submandibular, estreñimiento seguido de diarrea. Es común que los caballos infectados con EHV-1 desarrollen infecciones bacterianas secundarias, la infección es leve o incluso inaparente en caballos expuestos previamente y sensibilizados inmunológicamente al virus. En los animales adultos que han estado expuestos al virus en numerosas ocasiones los signos clínicos son mínimos, esto conlleva a una disminución de la productividad causada por una infección inaparente en el tracto respiratorio alto y bajo.
Imagen 4 y 5. Rinorrea en potro de 6 meses. Fuente: Equine infectious diseases, Sellon& Long, 2007.
El aborto es una secuela presente después de la infección respiratoria por EHV-1 en yeguas gestantes que no manifiestan ningún signo clínico de la enfermedad, el EHV-1 al llegar al útero ocasiona vasculitis endometrial que produce trombosis de los vasos sanguíneos de la placenta y áreas de infartación, su circulación continua por vía alantocoriónica y umbilical hasta llegar al feto generando lesiones necrotizantes en múltiples órganos y tejidos; cuando las áreas de isquemia en la placenta son importantes se produce su separación prematura y por tanto el aborto. Este ocurre entre los 6 y 11 meses de gestación. Los tejidos de los potros abortados poseen un amplio rango de lesiones macroscópicas y microscópicas, en los abortos cercanos a los 6 meses de gestación los potros se encuentran autolisados; en abortos posteriores a los 7 meses de gestación hay focos necróticos visibles en aproximadamente el 25 % de los casos en hígado, bazo, pulmones y glándulas adrenales. Los fetos abortados, además de los signos de infección multisistémica presentan altos títulos virales pudiendo ser confirmados por el laboratorio. Se han reportado casos de algunas yeguas que abortan después de 14-120 días de exposición al virus sin presentar ningún signo clínico; incluso debido al periodo de latencia viral estas podrían llegar a abortar meses o incluso años después de la infección primaria. La subsecuente eficiencia reproductiva de las yeguas no es comprometida.
Imagen 6. Inflamación y engrosamiento del amnios con engrosamiento de los vasos sanguíneos de yegua PSI con un aborto de 270 días de gestación. Fuente: Manual of Equine Reproduction. Steven P. Brinsko et al. 2011
Algunos fetos infectados en etapa terminal de la preñez pueden nacer vivos y a término, pero empiezan a presentar signos clínicos al nacimiento o días siguientes; los potros se presentan letárgicos, hipertérmicos e hipoxémicos. El deterioro clínico de estos potros infectados en útero por EHV-1 ocurre rápidamente y el pronóstico siempre es desfavorable; la mortalidad de estos potros infectados congénitamente es del 100% debido a neumonía viral la cual conlleva a una falla respiratoria en unos pocos días. Raramente se asocia al EHV-4 como causante de enfermedad neonatal en potros.
Imagen 7. Feto autolisado de 270 días de edad de la yegua de la Imagen 6. Fuente: Manual of Equine Reproduction. Steven P. Brinsko et al. 2011
La tercera manifestación clínica del Herpesvirus es un síndrome neurológico denominado mieloencefalopatía, esta se ha incrementado en los últimos 15 años; es poco frecuente pero devastadora. El intervalo entre la infección respiratoria y la presentación de los signos neurológicos es de 6-10 días, afecta a caballos de todas las edades aunque tiene mayor prevalencia en adultos. Se puede presentar en manera de brote o individual. Los signos neurológicos son variables, la manifestación más común es ataxia en los miembros posteriores la cual progresa hasta la recumbencia; algunos equinos pueden presentar parálisis de la pared del esfínter de la vejiga lo cual conlleva a incontinencia de la micción, inclinación de la cabeza, atonía anal, parálisis flácida de la cola, retención fecal, nistagmo entre otros. El pronóstico en los caballos que no presentan recumbencia es favorable, pero es desfavorable para aquellos que permanecen con sintomatología por más de 2 días.
Imagen 8. Signos clínicos de equino con infección por Herpesvirus Mieloencefalopatía, A) recumbencia con severa ataxia requiriendo cuidado de soporte, B) Parálisis Flácida de la cola, C) Incontinencia en la micción, D) escaldadura secundaria por orina en los miembros anteriores. Fuente: Equine infectious diseases, Sellon & Long, 2007.
Raramente se ha aislado EHV-1 de enfermedades del tracto genital que generalmente son producidas por el EHV-3 (Exantema Coital Equino), experimentalmente se han producido lesiones genitales con EHV-4. El síndrome denominado “Infección Vasculotrópica Pulmonar por EHV-1” se ha descrito recientemente en caballos adultos jóvenes en caso de enfermedad respiratoria presentando signos clínicos como hipertermia, anorexia, disnea; los signos neurológicos están ausentes pero tiene alta mortalidad. La aparición de la enfermedad es súbita y cursa con una muerte rápida, los hallazgos de la necropsia señalan vasculitis multisistémica prominente en los vasos pulmonares.
Una complicación observada con poca frecuencia al presentarse infección por EHV-1 son las lesiones oculares en los cuales podemos encontrar uveítis aunque en algunos casos los daños de la retina pueden ser tan comprometidos que causan ceguera permanente.
Imagen 9. Uveítis en potro Árabe. Fuente: Equine Pediatric Medicine. Fuente: Bernard& Barr. 2012
Por las fuertes consecuencias y agresividad de la infección es oportuno realizar un diagnostico rápido y certero. Existen diferente métodos de diagnostico tanto directos como indirectos, los segundos no son de mucha utilidad en haras donde se tengan planes de vacunación ya que no diferencia anticuerpos postvacunales de anticuerpos postinfección. Los test de inmunofluorescencia directa (IF) realizados a partir de hisopados nasales o faríngeos, de muestras de placenta o fetos abortados son sencillos y nos dan resultados en un par de horas con especificidad aceptable para ser usados en las primeras fases del brote como un arma de diagnostico precoz, también se ha desarrollado una PCR (reacción en cadena de polimerasa) específica que permite caracterizar el Herpesvirus.
Las medidas más eficaces para prevenir la infección por EHV en una población equina son todas aquellas que minimicen el contacto de los animales susceptibles con los reservorios. Las estrategias por consiguientes están dirigidas a mantener la vacunación, subdividir y mantener la población equina en pequeños grupos etarios tanto física como epidemiológicamente aislados.
Imagen 10. Representación del inicio y progresión de un brote de RE. Fuente: G.P Allen, 2002.
La vacunación no evita la aparición de la enfermedad o contagio, pero disminuye la gravedad y el periodo de convalecencia; tampoco protege del aborto o enfermedad neurológica aunque sí minimiza su aparición. A pesar de la reconocida falta de eficacia de las vacunas la estimulación regular del sistema inmune por inmunización con antígenos virales permanece siendo el mayor componente de defensa contra la enfermedad. La vacunación debe iniciarse a los 5 a 6 meses de edad del potro ya que es la edad más susceptible a la infección y debido a que si se realiza antes los altos niveles de anticuerpos maternales pueden inhibir la respuesta a la vacunación. Un plan efectivo de vacunación incluye dos dosis intramusculares de la vacuna, con un intervalo de 2 a 3 semanas entre estas; iniciando la vacunación antes del destete y realizando vacunaciones cada 6 meses. Las yeguas deben ser vacunadas a los 5, 7 y 9 meses de gestación con la vacuna indicada, la cual debe ser con virus inactivado. Este plan ha demostrado ser efectivo y demuestra grandes beneficios en la disminución de abortos; actualmente ninguna vacuna protege contra las manifestaciones de la infección en el sistema nervioso central. P & NEG edición Nº 56
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